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Leer la Parasha y Haftara Balak

KNúm 23:19 Elohim no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo cumplirá?

Núm 23:20 He aquí, he recibido orden de bendecir, Ha bendecido, y yo no puedo revocarlo.

Núm 23:21 No ha visto iniquidad en Yacob, Ni ha notado maldad en Israel, YHVH su Elohim está con él, Resuena aclamación de júbilo como por un rey.

El malvado Bilan a solicitud de Balak rey de los moabitas quiso maldecir al pueblo de Israel, inquirió al Eterno varias veces para lograrlo, pero no lo pudo hacer, ya que el pueblo contaba con la bendición del Eterno, por lo cual no podía haber maldición. Debido a que la maldición es la ausencia de la bendición, se considera que si alguien cuenta con la bendición del Eterno, en él no puede haber ningún tipo de maldición, es como decir que hay tinieblas en un lugar donde hay luz, algo inadmisible.

Ante la solicitud de maldecir, el Eterno le hace ver a Bilan que “No ha visto iniquidad en Yacob, Ni ha notado maldad en Israel”  razón por la cual cuenta con su bendición, y razón por la cual no puede ser maldecido.  Una vida de justicia y santidad, sin maldad ni pecado es la mayor protección con la que un hombre puede contar, porque entonces tendrá la bendición del  Cielo y esa es la mayor protección con la que puede contar.

Núm 23:23 No hay hechizo contra Jacob, Ni conjuro contra Israel…

Resuena aclamación de júbilo como por un rey.

Hemos aprendido como el alma de un justo funciona, es un fluir vertical descendente, la Torá es la Luz que desciende del Cielo y es revelada al hombre, el hombre en base a esa Luz funciona, primero accionando su neshamá (intelecto), luego acciona su Ruaj (emociones) y finalmente el impulso que lleva a la acción es producido por el nefesh (instintos).  Todo este accionar en el hombre inicia por la neshamá, que es la que dirige el flujo hacia los mundos inferiores para que finalmente se realice un acto, un acto que es analizado y producido por el intelecto, la neshamá.

Estos diferentes niveles del alma, neshamá, ruaj y nefesh, son localizados por la cabalá en partes del cuerpo humano donde ellas reposan, en el cerebro reposa la neshamá, en el corazón reposa la ruaj, y en el hígado reposa el nefesh.

En hebreo cerebro se dice “Moaj”, corazón se dice “Lev” e hígado se dice “Cabed”.  Si tomamos las primeras letras de cada palabra en el orden que explicamos que el fluir de la Luz fluye por el alma de un justo, obtenemos la palabra “Melej” que significa rey, que es la manera como en este pasaje de la Tora se le llama a Israel, un pueblo sobre el que no se vio iniquidad ni maldad.  Precisamente porque su actuar era correcto, y su alma funcionaba justamente dirigida por el intelecto y no por las emociones o instintos.

Los comentaristas de la Mishná en el Talmud, dicen que hay una palabra con la que Bilan hubiera podido maldecir al pueblo, si la hubiera dicho en el momento preciso, esta palabra es “jelem” que quiere decir “que sean exterminados”.  Y si nos preguntamos ¿Por qué precisamente esa palabra es con la que se hubiera podido maldecir al pueblo delante del Eterno?

La respuesta es precisamente porque esa palabra “jelem” está compuesta por las mismas tres letras que forman la palabra “melej”, solo que en un sentido inverso, dejando en el centro a la letra “lamed” que hace referencia al corazón (las emociones), se pone al inicio de la palabra a la “caf” de “cabed” (hígado) que hace referencia al nefesh (instintos) y manda a la cola a la letra “mem” de “moaj” (cerebro) que hace referencia a la neshamá (intelecto).

Esto nos enseña que cuando el hombre funciona dirigido por sus instintos, dejando a su intelecto relegado a último lugar, y funcionando éste solo al servicio de los instintos, es entonces cuando la maldición tiene lugar en la vida del hombre, porque entonces no está actuando correctamente, habrá maldad e iniquidad en él, entonces la bendición del Eterno no podrá estar con él, por lo tanto si no está la bendición del cielo, la consecuencia de ello es la maldición.

CONCLUSIÓN

Una persona que vive su vida dirigida por sus instintos y relegando a su intelecto al servicio de ellos, para maquinar como lograr lo que instintivamente quiere hacer o para justificar sus limitaciones, no puede contar con la bendición y protección del Eterno, porque entonces el Cielo encontrará en esa persona maldad e iniquidad, y en ese tabernáculo impuro no puede habitar la presencia Divina.  Por lo tanto su vida será una vida de maldición, que es la ausencia de la bendición del Eterno, y su destino será la muerte.

Una persona que vive en la Luz del Eterno, que camina por Su Camino, y está en la Vida, una persona que ha experimentado la sobre natural transformación de su alma por gracia y voluntad Divina,  por medio de Su Majestad Yeshua Melej (rey) de Israel, a quien el Eterno ha puesto por Luz, camino y vida, no puede tener maldición en su vida, ni puede levantarse hechizo ni agüero contra él, porque  cuenta con la bendición del Cielo, y se ha convertido en tabernáculo puro para que la Presencia Divina moré en él.

Por eso es llamado MELEJ (rey), porque ese hombre mora en el MELEJ de Israel, Su Majestad Yeshua, y por eso su alma funciona correctamente y en armonía con la Torá, siendo dirigido por su intelecto, el cual está sintonizado a la frecuencia de la Torá, y ese fluir desciende y dirige a las emociones, las cuales sojuzgan y a la vez dirigen a los instintos en un rumbo que el intelecto ha trazado, porque ese hombre ha sido libre de la esclavitud de su Yatzer Hará (inclinación al mal).

R. Yehuda ben Israel