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Es famosa la parte en donde por pegarle a la roca en lugar de hablarle pareciera la razón para que Moshé no entrara a la tierra prometida, en esa oportunidad la Torá nos dice:

Núm 20:12  Pero YHVH dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí para santificarme a vista de los hijos de Israel, no introduciréis a esta congregación en la tierra que les he dado.

Sin embargo, ahora en nuestro parashá Moshé da su versión de los hechos diciendo:

Deu 3:25  ¡Déjame pasar, te ruego, para contemplar la buena tierra que está al otro lado del Jordán, esa hermosa serranía, y el Líbano!

Deu 3:26  Pero YHVH se mostró disgustado contra mí por causa de vosotros, y no me escuchó; y me dijo YHVH: ¡Basta, no hablemos más de este asunto!

Según Moshé el pueblo fue el causante de que él no pudiera entrar a la tierra prometida, ¿cómo podemos entender esta aparente contradicción?

No existe una contradicción sino dos niveles de interpretación de un mismo evento, ahora lo explicaremos.

LA CAUSA

Este es el nivel más profundo, así lo vio Moshé.  El pueblo fue un pueblo duro de corazón que no confió en el Eterno, no fue un pueblo digno de entrar en el reposo del Eterno, aunque físicamente conquistaron la tierra y a los ojos de muchos eso podría verse como aprobación y respaldo por parte del Eterno en cumplimiento a la promesa dada a los padres, realmente no lo es.

La prueba de que no fue así es precisamente que aún estamos esperando el cumplimiento de las promesas.

Gén 15:7  Entonces le dijo: Yo soy YHVH, que te saqué de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra.

Para que eso se cumpla Avraham tiene que regresar a este plano físico, este verso es la base para la creencia de la resurrección de todos los que han partido de este mundo físico, pues no solo su descendencia tiene que habitar ahí sino el mismo patriarca también.  Por otro lado, el salmista dejó en claro que el pueblo no agradaba el Eterno y es más, despertaron su ira.

Sal 95:10  Durante cuarenta años estuve disgustado con aquella generación, Y dije: Es un pueblo que divaga en su corazón, Y no han conocido mis caminos;

Sal 95:11  Por tanto, juré en mi ira Que no entrarían en mi reposo.

Esa fue la verdadera razón por la que Moshé no entró a la tierra prometida, pues siendo él, el ícono de la Torá, su entrada con el pueblo a la tierra prometida sería un aval y un sello de aprobación que el pueblo no tenía por parte del Eterno.

Pues, aunque la Torá fue entregada por el Eterno en el Monte Sinai, aún no hay una generación del pueblo de la reciba, pues cuando eso sea así, esa generación será la que haga que las promesas dadas a Avrahan, Itzjak y Yacov se cumplan, será la generación ejecutora de las promesas, mientras tanto solo han pasado generaciones portadoras de las promesas e indignas de su cumplimiento.

EL GATILLO

El nivel que hasta ahora todos ven por ser el más evidente es el que llamamos el “gatillo”, es la evidencia del nivel anterior, es lo que hizo que, en el mundo físico, el mundo de las consecuencias se manifestara lo visto en el nivel anterior, en el nivel de las causas.

El que Moshé le pegara a la roca para que brotara agua en lugar de hablarle era necesario para que ante las leyes de causa y consecuencia que es la que la mayoría ve, el no entrar a la tierra prometida fuera el castigo de Moshé, pero en un nivel más profundo el pecado del pueblo fue el causante.

Así que más que un castigo para Moshé, el que él no entrara a la tierra prometida fue un castigo para el pueblo, un sello de desaprobación Divina.

Así también hoy en día, la gente cree que la muerte es mala y por eso los buenos no deberían morir, pero en realidad cuando un justo muere, la muerte es un premio para él y al mismo tiempo un castigo para quienes se quedan sin él.

Imaginemos por un momento lo doloroso que hubiera sido para Moshé ver como el pueblo cayó en idolatría tal y como él mismo lo profetizo, a tal grado que la idolatría es tan parte de la historia del pueblo como la misma Torá.

R. Yehuda ben Israel