Y Yacov pasó allí aquella noche. Tomó de lo que tenía a mano un regalo para su hermano Esav, consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, treinta camellas criando, junto con sus crías, cuarenta vacas y diez toros, veinte asnas y diez garañones,
En su regreso Yacov a la tierra prometida, venía de Harán, el mismo lugar de donde había venido Avrahan Aveinu, hecho que provocó que Avraham fuera llamado “hebreo”, que significa “del otro lado”, así que Yacov también en este hecho era un hebreo, porque venía del otro lado, del mismo lado de donde vino Avraham.
Bereshit 32:14-16
En este camino de retorno a “este lado” la realidad es que Esav su hermano es quién gobierna y controla, el propio hermano que no solo le vendió la primogenitura, sino que también según el libro de Yashar renunció a su derecho que tenía en la gruta de Majpelá, renunciando así a todo lo que sus ancestros representaban.
En ese retorno el teme por su vida, porque según el libro de Yashar su madre le había avisado con mensajeros (malajim) que su hermano Esav se había enterado de su regreso y que muy enojado iba a su encuentro con 400 hombres para matarlo, esos mensajeros de Rivka son lo que Yacob encuentra al final de la parashá pasada (Ver Bereshit 32:2-3).
Para apaciguar la ira de su hermano, quien gobierna en “este lado”, Yacob aparta una cierta cantidad de su ganado como regalo, 580 animales en total. Un número muy importante, porque en guematría significa el valor temporal del mundo material, ese regalo según el conocimiento que Yacov tenía de su hermano, apaciguaría su ira, con ese regalo Yacov le está dando a Esav, lo que él quiere y desea, porque Yacov sabe que su hermano tiene su corazón puesto en las cosas de este mundo, no por nada es que Esav se radicó en Seir y ese es su territorio, ya que el valor numérico de Seir es también 580.
Como lo sabemos todos nosotros, todo esto no es simplemente una casualidad, en la Torá, como sabiduría Divina revelada a los hombres, cada letra y número es portadora de una sabiduría, la Torá misma por aparte de la Sabiduría en su texto literal, encierra mucha más sabiduría codificada, como la que hemos mostrado en este estudio. Esto nos enseña que en estos momentos proféticos que estamos viviendo, de igual manera Yacov está regresando a este mundo, viene del “otro lado”, de un lugar donde fue engendrado como nación, y ahora el Eterno lo trae de regreso como lo prometió.
En su regreso se encuentra con su hermano Esav, quién es Edom, hoy en día la Iglesia Cristiana Romana con todas sus derivaciones, un hermano que tiene su corazón en las cosas de este mundo, un mundo que por el momento gobierna y que su máximo de tiempo es 58, 580 ó 5800. Pero el corazón de Yacov está en otro mundo, los dos hermanos tienen cosas distintas en su corazón, después de su encuentro, Esav quiere llevarse a su hermano a Seir, a su mundo, lo quiere convertir y convencer de que los deleites de este mundo son mejores, porque para él no exista más de lo que puede ver y tocar, lo material, y que renuncie a todo lo que sus ancestros son y representan, pero Yacov no accede, el se dirige a Sukot (Bereshit 33:12-17), la única festividad de la Torá que tiene un octavo día, un número 8 que nos conecta al mundo espiritual más allá de la materia.
Es necesario hacer notar la relación tan estrecha que Seir, la tierra y el espíritu de Edóm, tiene con Yom Kipur o día del perdón, fiesta anterior a Sukot, que se celebra precisamente 5 (número que nos conecta al otro lado, al igual que 8) días antes. Esto es porque el macho cabrío vivo que se lleva el pecado es designado en la Torá como “se ir” y he allí la relación.
Todo esto nos enseña que los sistemas espirituales y religiosos elaborados y sustentados por la ruaj de Edom que es Esav, aunque verdaderamente estén fundamentados en la sincera búsqueda del perdón de los pecados (yom kipur), realmente lo hacen con el corazón en este mundo, todo lo que ellos hacen lo hacen para satisfacer sus corazones egoístas que no trascienden más allá de este mundo material y la satisfacción que este mundo les pueda dar, riquezas, salud, bienestar material, son para ellos objetivos de su labor espiritual y religiosa. Prostituyendo el verdadero mensaje Divino y reduciéndolo a un simple “sentirse bien”, convirtiendo el verdadero mensaje de la Torá en un evangelio de prosperidad, proclamándose como herederos de la promesa, cuando han renunciado al lugar que Avraham como padre de la fe apartó para ellos en Majpelá, renunciando a toda una herencia ancestral, proclamándose como hijos del El Santo, cuando no han logrado trascender los más elementales deseos egoístas de sus corazones, corrompiendo cada vez las sociedades del mundo, convirtiéndose como alguien lo dijo, en el opio de la sociedad.
En cambio para Yacov y sus hijos, el verdadero sistema espiritual que eleva al hombre por sus deseos egoístas, purificándolo para ser una vasija digna para que la Ruaj HaKodesh more en él, es un sistema revelado por el Cielo en el monte Sinaí y no en el Olimpo, el perdón (yom kipur) solo es un medio para llegar a Sukot, llegar a morar bajo el abrigo del Altísimo, una festividad que tiene un día 8avo, que nos indica que su corazón no está en este mundo, sino en el Olam Javá, en el mundo por venir, en el otro lado, porque al final, Yacov es hebreo, es “del otro lado”.
Las oraciones (tefilá) del sistema espiritual de Yacov, no están fundamentadas en lo que “yo necesito” o lo que “yo quiero”, haciendo de la oración una lista de peticiones (plegarias) egoístas, como los sistemas religiosos edomitas, la tefilá de Israel está fundamentada en lo que YHWH es, y nuestra conexión con él.
R. Yehuda ben Israel