1 YHWH le dijo a Abram: «Vete de tu tierra, de tus familiares y de la casa de tu padre, a la tierra que he de mostrarte. 2 Y Yo te convertiré en una gran nación; te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y tú serás una bendición.
Bereshit 12
En nuestra parasha vemos que El Eterno le pide a Abram que deje su tierra, la casa de su padre es decir que deje todo lo que le proveía seguridad, todo lo que pensaba que era suyo, todo lo que le daba una identidad para poder ir un lugar desconocido, un lugar que El Eterno le mostraría. Esto encierra todo el concepto de Emuná, Emuná no es una esperanza o fijación a una idea o pensamiento como se cree en la cultura grecorromana. Emuná es una conexión o relación que El Eterno establece con el hombre y no viceversa debido a que primeramente debe existir una relevación para poder establecer esta relación, el ser humano se encarga solamente de fortalecerla.
Emuná es una conexión que rebasa la razón del ser humano como lo hizo Abram al dejar todo lo que le proveía estabilidad emocional y material. Esa es la emuná de la que habla Rav Shaul en sus cartas: Los que son hijos de la emuná, tales son los hijos de Abraham.
Y así nosotros como Efraím hemos recibido un llamado, un lej lejá, salimos y caminamos hacia una Torá dejando familia y amigos, todo en lo que habíamos nacido y crecido, lo que nos daba una estabilidad para salir a un lugar desconocido. Siguiendo un camino de Torá sin tener conocimiento, sin poder responder las preguntas que nos hacían pero algo sobrenatural por sobre nuestra razón nos hizo caminar hacia una Voluntad Divina. Sin embargo debemos de tener cuidado de que en nuestro caminar hacia la Torá de no olvidar quien nos llevó a ella, El Eterno a través de su Mashiaj nos hizo entrar en sus pactos y promesas.
Nosotros debemos de cuidar, cultivar y hacer crecer esa Emuná, esa conexión de corazón a corazón que El Eterno estableció con nosotros, solamente así podremos rebasar los límites de nuestra razón que nos impiden crecer espiritualmente. Los que somos de la simiente de Mashiaj debemos aprender a crecer más allá de nuestra razón para poder caminar y hacer cumplir las promesas a nuestros padres, y las palabras de los profetas al decir que nos levantarían de todos los lugares donde estuvieran esparcidos, nos darían un espíritu nuevo y nos haría entrar en Sus pactos y Sus promesas.
Nosotros como nuestro padre Abraham tuvimos un Lej Lejá y dejamos todo los que nos creaba una identidad, todo lo que conocíamos y salimos a un lugar desconocido pero fue para poder encontrar a El Eterno y a Su Torá. No permitamos que nuestra razón nos limite nuestro caminar debido a que la razón no fue lo que nos sacó de donde estábamos y nos hizo caminar hacia El Eterno y Su Torá, sino fue la Emuná que logra que un camino incierto para la razón sea seguro para el corazón.
Shabat Shalom
R. Yehuda Ben Yisrael