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Parashá y haftará Pekudei

Éxo 38:22 Y Bezaleel ben Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá, hizo todo lo que YHVH había ordenado a Moisés.

Lo que este pasaje nos está mostrando, es que la instrucción que dio Moshé al constructor responsable del Mishkán, fue tal y como él la recibió por parte del Eterno, por eso Bezaleel ben Urí lo hizo tal y como el Eterno lo ordenó a Moshé, porque Moshé lo transmitió limpiamente, sin cambio ni variación.

Esta enseñanza de Moshé fue tan clara que para Bezaleel, fue como si el propio Eterno lo hubiera instruido a él directamente, pues Moshé realizó su tarea de maestro de una manera ejemplar, pues el maestro es solo un medio, y tal como el maestro recibe la instrucción, así debe transmitirla.

Mal 2:7 Los labios pues del sacerdote, deben guardar la sabiduría, porque la Ley se ha de buscar de su boca, pues él es mensajero (malaj) de YHVH Sebaot.

El maestro de Torá es visto como un malaj del Eterno, palabra que se puede traducir como mensajero o ángel del Eterno, cuando el pueblo busca a un maestro, no busca al maestro como un fin, sino como un medio, el pueblo busca la Torá del Eterno en el maestro, su deseo y ojos están puestos en el Eterno y Su Torá, y esa necesidad los hace dirigirse al maestro, quien es y debe ser un malaj, un ángel o mensajero del Eterno, un medio para que logren su fin.

El maestro tiene la responsabilidad de trasladar de una manera íntegra la instrucción Divina al pueblo, para esto el hombre que funge la función de maestro debe anularse para lograr ser un medio y no debe buscar su propio bien, sino el del pueblo que busca al Eterno, y el del Eterno,  para que Su nombre sea santificado por el pueblo que Le busca. ¿Y el maestro?  Él solo es un medio, funge la función de kohen, que su raíz viene de “mediador” y para que un kohen (sacerdote) o maestro pueda ser un medio, debe anularse, porque esa es la única manera de hacer que los dos extremos que él une o entre los que él media, se encuentren.

LLAMADO

Moshé fue llamado por el propio Eterno para liberar, enseñar y dirigir a todo un pueblo hacia la tierra prometida, un puesto que hoy en día cualquier persona desearía, hasta invertiría todos sus bienes para costear su campaña electoral y ser elegido para tan honrosa labor, eso es porque los hombres de hoy en día, buscan su propio bien, honor, riqueza, prestigio… lo que sea, pero que todo lo bueno sea para ellos, Moshé en cambio lo rechazó, porque él no buscaba su propio bien, y sabía la responsabilidad que ese llamado tenía.  Al igual que Yermiyáju y muchos profetas, que conscientes de la responsabilidad del llamado lo rechazan en primera instancia, en las religiones de hoy en día, la gente desea esos llamados, todos quieren ser maestros de Torá, todos quieren ser profetas, pareciera a primera vista, que esas personas son más entregadas y fieles que el propio Moshé, cosa más ridícula, pero no es así, la gente es egoísta, y para alimentar su deseo egoísta de recibir algún tipo de honor y respeto, que los haga sentir grandes y buenos, son capaces de hacer casi cualquier cosa.

EL MEDIO NO ES UN FIN

Es difícil en estos tiempos encontrar un maestro humilde y responsable de su función como maestro, como malaj del Eterno, pues la mayoría buscando su propia gloria dicen y dejan de decir, hacen y dejan de hacer cualquier cosa para lograr la aprobación de sus congregaciones o para hacerlas crecer o para evitar que las personas se vallan, con esas acciones la Torá (instrucción) que la congregación recibe no es del Eterno sino del hombre, porque el maestro deja de ser un medio y se convierte en un fin, comienza a buscar su propio bien, entonces las personas que los siguen  caen en el pecado de idolatría, pues aunque el maestro abandonó la Torá del Eterno las personas lo siguen, pues han encontrado lo que ellos buscaban, lo que llena y satisface sus deseos egoístas, una enseñanza de hombre apartada de la Torá del Eterno, estos maestros se convierten en becerros de oro, es decir, hechura de las manos de la congregación, pues solo dicen y hacen lo que la congregación apruebe.

La única vez que Moshé como maestro y líder del pueblo de Israel accedió a la solicitud de pueblo, fue para enviar los espías para que reconocieran la tierra prometida, y el resultado de eso fue un edicto de muerte para toda esa generación, el maestro debe conocer la voluntad del Eterno para con las personas a las que él enseña, y transmitirla tal y como él la recibe, sin quitar ni agregar nada, una enseñanza que será como aguijón en los corazones de la gente, pues la Torá solo es para mostrar el pecado del hombre, por eso no es tan agradable para el ego del alumno recibir una buena enseñanza de Torá.

Ecl 12:11 Las palabras de los sabios son como aguijadas, o como estacas hincadas, puestas por un pastor para controlar el rebaño.

Por otro lado, el maestro no solo enseña como un predicador, que solo habla sin importarle si la gente entiende o puede hacer lo que el Eterno quiere, sino debe apoyar con todo lo necesario para que la gente logre alcanzar la voluntad Divina para sus vidas, con el ejemplo, con apoyo moral, a veces hablando suavemente, a veces hablando fuerte y serio, y a veces sonriendo, a veces intercediendo por ellos ante el Trono Celestial, a veces castigando, no por castigar sino para corregir.

Como Moshé, quien humildemente aceptó el llamado Divino de llevar al  pueblo a la Tierra prometida, pero para lograrlo, tuvo que matar a mucha gente del propio pueblo que se oponía, pero también imploro misericordia cuando todo el pueblo pecó y merecía la muerte, todo esto para cumplir su comisión, de llevar a ese pueblo a la tierra prometida, ese es un maestro ejemplar, y todo esto lo hizo, sabiendo inclusive que él no podría entrar a la tierra, porque nunca buscó su propia gloria.

En la tradición se aconseja para aprender Torá lo siguiente: “hazte de un maestro, una Torá y una congregación”.  

EL MAESTRO

El maestro es para que te enseñe, toma en cuenta que nadie puede dar lo que no tiene, así que el ejemplo de vida del candidato a maestro es vital, conoce a su familia, mira el rostro de su esposa y el de sus hijos, así sabrás si en su casa mora la Presencia Divina, entonces le podrás pedir que te enseñe a vivir como él vive.  Una vasija sucia o impura no pude servir para que una luz pura la habite, así que una vida de justicia y dominio sobre su yatzer hará, son las características del maestro de Torá ideal.

UNA TORA

La Torá es vital como el maestro, pues lo que necesitas es que el maestro te la enseñe, si no tienes una Torá, no sabrás si lo que te están enseñando es Torá o no, recordemos que muchas veces nuestro pueblo se perdió siguiendo a maestros y líderes que el propio Eterno puso delante de ellos, pero por seguirlos y obedecerles se apartaron de la Torá, no pudieron distinguir cuando el líder se apartó de la Torá del Eterno, por eso es necesario la Torá, para que no termines siguiendo a un hombre, creyendo que sigues al Eterno y a su Torá.

UNA CONGREGACIÓN

La congregación es como la tierra para la planta, sin ella la planta morirá, pues es allí, en una congregación, donde hay personas de diferentes tipos de caracteres, donde puedes poner en práctica lo que estás aprendiendo de la Torá, el amor al prójimo, es allí donde cultivamos nuestra paciencia, tolerancia, benignidad, el dominio propio y todo eso que la Torá quiere de nosotros, es allí entre muchas personas como nosotros, en donde podemos ver las necesidades de otros, y no ser indiferentes a ellas, sino cubrirlas con amor.

Pues el Eterno nos permite ver los defectos de otros, pero esos defectos que El nos muestra en otros, son solo como un espejo que El pone delante de nosotros para mostrarnos nuestros propios defectos o errores, si estamos solos no tenemos la bendición de que el Eterno nos muestre nuestros errores por medio de un espejo.

Cuando encuentres un buen maestro, aprécialo, pues en estos tiempos es como encontrar agua en el desierto, y si no lo tienes, búscalo.

Shabat Shalom

R. Yehuda ben Israel