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Leer parasha y comentario de Rabino

2 do Melajim 4:1-37

2 Melajím 4

1 Una cierta mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo: Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo era temeroso de YHWH. Ahora un acreedor ha venido a tomar a mis dos hijos como esclavos suyos. Torát Jaím 2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué haré por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en su casa sino una vasija de aceite. 3 Y le dijo: Vete a pedir vasijas a todos tus vecinos, vasijas vacías; pide prestadas no pocas. 4 Luego entrarás y cerrarás la puerta tras de ti y tras de tus hijos, y echarás en todas esas vasijas, e irás poniendo aparte las que estén llenas. 5 Y la mujer se alejó de él. Después cerró la puerta tras sí y tras sus hijos; y ellos le acercaban, y ella vertía. 6 Y sucedió que cuando las vasijas estaban llenas, dijo a un hijo suyo: Acércame otra vasija; y él le respondió: No hay ni una vasija más. Entonces cesó el aceite. 7 Y ella fue y se lo dijo al varón de Elohim, y él respondió: Ve, vende el aceite, y paga tu deuda, y vive tú y tus hijos de lo que sobre. 8 Aconteció también un día, que pasaba Eliseo por Sunem, y había allí una mujer distinguida, la cual lo invitó con insistencia para que comiera; y así fue que siempre que pasaba por allí, él entraba a comer. 9 Y ella dijo a su marido: He aquí ahora sé que el que siempre pasa por nuestra casa es un santo varón de Elohim. 10 Te ruego que hagamos un pequeño aposento alto de obra, y preparemos allí para él una cama, una mesa, una silla y un candelabro; y será que cuando venga a nosotros, se retirará allí.

11 Y llegó el día que fue allí, y se retiró al aposento alto, y allí se acostó. 12 Luego dijo a su siervo Giezi: Llama a esta sunamita; y cuando la llamó, se presentó ante él. 13 Y le dijo: Dile: He aquí has estado solícita por nosotros con toda esta ansiedad: ¿qué puede hacerse por ti? ¿Querrías que hablara por ti al rey, o al capitán del ejército? Pero ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo. 14 Y él dijo: ¿Qué puede hacerse entonces por ella? Y respondió Giezi: En verdad ella no tiene hijo, y su marido es anciano. 15 Y él dijo: Llámala. Así que la llamó y ella se detuvo ante la puerta. 16 Y él dijo: Para este tiempo, según el tiempo de la vida, abrazarás a un hijo. Pero ella respondió: ¡No, señor mío, varón de Elohim, no engañes a tu sierva! 17 Pero la mujer concibió, y dio a luz un hijo en el tiempo que Eliseo le había dicho, según el tiempo de la vida. 18 Y el niño creció; pero sucedió que un día, habiendo salido con su padre y con los segadores, 19 dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza! Y él dijo al siervo: ¡Llévalo a su madre! 20 Y cuando lo hubo llevado a su madre, se sentó en sus rodillas hasta el mediodía, y luego murió.

21 Y ella subió y lo acostó en la cama del varón de Elohim, y cerrando la puerta tras ella, salió. 22 Luego llamó a su marido y le dijo: Mándame ahora a uno de los criados y una de las asnas, para que pueda ir corriendo al varón de Elohim y volver. 23 Pero él preguntó: ¿Por qué has de ir a él hoy? No es Rosh Jodesh, ni shabat. Ella respondió: Shalom. 24 Y enalbardó la asna, y dijo al siervo: ¡Arrea y anda sin detenerte, a menos que te lo diga! 25 Y fue y llegó al varón de Elohim en el monte Carmelo. Y sucedió que cuando el varón de Elohim la vio de lejos, dijo a su siervo Giezi: He aquí la sunamita. 26 Corre ahora a su encuentro, y dile: ¿Estás en paz? ¿Está en paz tu marido? ¿Está en paz el niño? Ella respondió: Shalom. 27 Pero al llegar al monte ante el varón de Elohim, ella se aferró a sus pies. Y Giezi se acercó para apartarla, pero el varón de Elohim dijo: Déjala, porque su alma está en amargura, y YHWH me lo ha ocultado, y no me lo ha declarado. 28 Entonces dijo ella: ¿Acaso pedí un hijo a mi señor? ¿No te dije que no me engañaras? 29 Y él dijo a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi cayado en tu mano y vete. Si alguno te encuentra, no lo saludes, y si alguien te saluda, no le respondas, y pon mi cayado sobre el rostro del niño. 30 Y dijo la madre del niño: ¡Vive YHWH y vive tu alma que no te dejaré! Y él se levantó y la siguió.

31 Y Giezi se adelantó a ellos, y puso el cayado sobre el rostro del niño, pero no hubo voz ni reacción, así que volvió a su encuentro y le declaró, diciendo: El niño no despierta. 32 Cuando Eliseo llegó a la casa, he aquí, el jovencito muerto, tendido sobre su cama. 33 Entonces entró, cerró la puerta tras ellos dos, y oró a YHWH. 34 Después subió y se echó sobre el niño, y puso su boca sobre la suya, sus ojos sobre los suyos, y sus manos sobre las suyas; se tendió así sobre él, y la carne del niño se calentó. 35 Luego volvió, y caminó de un lado a otro de la casa, después subió, se tendió sobre él, y el jovencito estornudó siete veces, y el jovencito abrió sus ojos. 36 Entonces llamó a Giezi y dijo: Llama a esta sunamita. La llamó pues, y cuando ella llegó, él le dijo: ¡Alza a tu hijo! 37 Ella entonces entró dentro y cayó a sus pies postrándose en tierra; después alzó a su hijo y salió.

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