fbpx

Leer la Parasha y Haftaráh Bo

Ven a lo de Paró…le dice el Eterno a Moshé, si el Eterno le dice “ven” eso nos enseña que El está allí, en o con Paró.  En la analogía del microcosmos hemos visto que el pueblo está esclavizado en Mitzraím (un lugar de limitaciones) bajo el poder esclavizador de Paró, quién alegóricamente es la Yatzer hará (inclinación al mal) que esclaviza al hombre llevándolo tras el pecado, provocando ese pecado, una vida llena de limitaciones, específicamente, limitaciones para agradar al Eterno, de allí es que en la historia narrada por la Torá, Paró (Faraón) no los deja ir a obedecer la instrucción (Torá) del Eterno, por eso mismo en nuestras vidas Faraón representa ese ente esclavizador que nos impide obedecer al Eterno y tener una vida que sea de su agrado.

¿DONDE ESTA FARAON?

La historia nos muestra que la cultura occidental ha sido fundada sobre un pensamiento greco-romano, las leyes, lo que es justo o no, y toda legislación del mundo occidental está fundamentado en el derecho romano, una clase básica de toda escuela de leyes, los sistemas educativos, la moral, la ética, y hasta los sistemas de salud están fundamentados en la filosofía greco-romana.

Una filosofía que señala el problema del hombre, en su exterior, y trata de defender al hombre de su entorno, por ejemplo la medicina tradicional, trata sobre detectar los elementos extraños al hombre que lo han enfermado, virus, bacterias, los duces para la caries, etc. Los derechos humanos están fundamentados precisamente en velar por los elementos ajenos al hombre que atentan contra su esencia como ser humano, y así podemos seguir extendiéndonos en todas las ramas de las sociedades occidentales, que han fundamentado su cultura, basada en la filosofía greco-romana, haciendo de ella solo una extensión de la cultura y filosofía griega.

De allí es que toda persona educada en este tipo de cultura, tiene problemas para hacerse responsable de sus actos, y tiende a responsabilizar de sus problemas, a sus semejantes, a la sociedad, al gobierno, etc.  Pero nunca podrá verse él mismo como responsable de su realidad.  Aunque esto es también un síntoma del egoísmo del ser humano que no respeta culturas, la educación occidental cultiva este tipo de pensamiento.

Hasta en las religiones fundamentadas en esta cultura y filosofía griega, tienen a un diablo o Satanás, un dios del mal, externo al hombre, quien es responsable de las maldades que el hombre hace, entonces las religiones basan su doctrina en la pelea que cada feligrés debe batallar contra este dios del mal, que ellos mismos han creado, para tal efecto.

En la cultura hebrea bíblica, este ente esclavizador del hombre, representado en la narrativa de la esclavitud del pueblo en manos de Paró (Faraón), no está fuera del hombre, sino en su interior, desde que el primer Adám (hombre) pecó, la maldad gobernó su naturaleza, esa maldad que reposa en los más profundo de su ser, en su corazón, lo esclaviza y le impide obedecer al Eterno, empujándolo a obrar con maldad, desobedeciendo la voluntad de su Creador, el Kadosh Baruj Hu.

En hebreo se le llama Yatzer hará (inclinación al mal), en el Nuevo Testamento Rav Shaul lo llama “concupiscencia” y en los ámbitos de la Kabala se le llama egoísmo, pero este mal esclavizador, está dentro del hombre y no fuera, es parte de él mismo, está en su corazón y no fuera de él, y es por eso que el hombre es responsable de su pecado, porque es generado desde lo más profundo de su ser, por la maldad que habita y lo esclaviza, en su corazón.  Por eso Su Majestad Yeshua dijo:

Mar 7:20 Y decía: Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre.

Mar 7:21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos: fornicaciones, hurtos, homicidios,

Mar 7:22 adulterios, avaricias, maldades, engaño, sensualidad, envidia, maledicencia, soberbia, insensatez.

Mar 7:23 Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al hombre.

Paró, ese ente esclavizador de todo hombre, ícono de la maldad y que se opone a que el hombre obedezca a su Creador, habita en las tinieblas que reposan en el corazón del hombre.

LA VERDADERA ESPIRITUALIDAD

La verdadera espiritualidad es la que confronta al hombre con esa realidad, llevando al hombre a la humildad de reconocer lo que verdaderamente es, un hombre esclavo de su propia maldad, que de existir un Satanás, éste habita en su corazón, en el corazón del hombre desobediente a la voluntad del Eterno.

La verdadera espiritualidad es la que cambia la realidad del hombre, llevándolo de ser un egoísta a un altruista (conceptos de kabala), de un hombre esclavo de su maldad a un hombre libre y con voluntad, de un hombre desobediente a los mandamientos del Eterno a un hombre obediente.  Hoy en día todo esto solo puede ser posible por medio de la libertad que provee el sacrificio de Su Majestad Yeshua, como el Mashiaj ben Iosef.

VEN A LO DE PARO

Por eso el Eterno le dice a Moshé, “ven a lo de Paró”, o sea que el Eterno está allí con Paró,  no le dice “ve a lo de Paró” sino dice “ven”.  Todo hombre que desea en su ejercicio espiritual ver o acercarse al  Eterno, su Creador, debe fijar su atención a su propio corazón, allí donde está su maldad (Paró), y afrontar su realidad, solo entonces podrá alcanzar la gracia del Eterno y alcanzar su libertad, una libertad que tiene como único objetivo, llevarlo a la obediencia de Sus mandamientos.

RELIGION

Las religiones solo son como calmantes para una humanidad que padece de un cáncer terminal, solo alivian momentáneamente la necesidad del hombre por hacer algo, aquí en Guatemala la mayoría dice profesar una religión, creer en Dios, creer en Jesús, pero esa religión y esa creencia no afecta las vidas de los hombres, la violencia intrafamiliar aumenta en nuestra sociedad en lugar de disminuir, los divorcios, la delincuencia, la corrupción y muchos males más, aumentan y ahogan nuestra sociedad día a día, a pesar de que la mayoría de sus integrantes, profesan una religión y una creencia.

Los religiosos son ellos mismos esclavos de su propia maldad, son esclavos de la ira, de la depresión, esclavos de la lascivia, de la fornicación, de la mentira, del chisme, y por eso la religión es incapaz de cambiar sus vidas, incapaz de cambiar su realidad, y siguen siendo los mismos, endureciendo cada día más sus corazones, dicen servir al Eterno, pero aun están en Egipto, aún no pueden salir e ir al Monte Santo, a adorar al Eterno en obediencia y santidad.

FARAON NEGOCIÓ

En la narrativa de la Torá, vemos que varias veces Faraón negocio el pedido de Moshé, el intentó en varias ocasiones que el pueblo sirviera al Eterno dentro de Mitzraím, pero ante el pedido del Eterno no había negociación, el pueblo tenía que salir de Mitzraím.

Éxo 9:1 Dijo YHWH a Moisés: Ven a Faraón y dile: Así dice YHVH, el Elohim de los hebreos: Deja ir a mi pueblo, para que me sirvan,

No se puede servir al Eterno cuando aún se es esclavo de la Yatzer Hará, no se puede servir al Eterno cuando aún somos egoístas, no se puede servir al Elohim de Israel cuando aún somos esclavos de nuestros instintos y emociones más bajas y malvadas. Solo un libre, puede ejercitar su voluntad, y ejerciendo esa libertad puede servir al Eterno, obedeciendo sus mandamientos, ese es el único servicio de su agrado.

GUARDAR MANDAMIENTOS

Es importante hacer notar que no es solamente la obediencia a los mandamientos en sí mismo, ya que el egoísmo del hombre, puede hacer también de la obediencia a los mandamientos, una religión más.  Entonces veríamos a personas obedeciendo los mandamientos de la Torá, pero aún siendo esclavos de su yatzer hará, de su egoísmo, son personas gobernadas por su maldad (Paró), comportándose como si fueran libres, pero no lo son.  Su obediencia solo mitiga su conciencia, pero aún no ha sufrido una transformación espiritual real, que los liberé de su maldad.

CONCLUSIÓN

La verdadera espiritualidad tiene que ver con lo que somos y no con lo que hacemos, nuestros actos solo manifiestan lo que somos.  Mientras el hombre no afronte su realidad interior, y ésa sea cambiada por el poder libertador del Eterno Todopoderoso,  no podrá ver el Rostro del Eterno, porque no tiene la humildad y valor para ir a lo de Paró, a ver y reconocer la maldad que reina en su corazón.

Shabat Shalom

R. Yehuda ben Israel